miércoles, mayo 18, 2011

Nublado

Varias versiones de la tarde (intentan ser poéticas) se conjuntan en la que que ahora escribo. Pero esta tarde mi pincel, mi inspiración, o no se cómo llamarle, es de un único tono gris. Me irritan de la misma forma los buenos recuerdos y los malos; todo pensamiento o idea es igual que una leve infección en la próstata. Intento por ejemplo describir el vuelo de una ave, pero a su paso va soltando humo y claxonazos. Luego ese humo golpea contra la cortina de la ventana y llega poco a poco a mi nariz que es afónica, ágrafa, miope, el olor de diecinueve meses atorado en el escape. Otro paisaje evocado describe a la tarde como un aparador vacío, donde se espera que coloquen sonrisas coloridas, el sonido del tambor, las voces que van como flechas; o al menos una de ellas, la indispensable, de hecho la única, las otras son recuerdos. Pero nada sucede, sólo el sonido del transcurrir del carrete de la cinta. Ante esto el aire se marchita, lo que aumenta el factor de grisaciedad. Es decir la tarde y su autor más anodinos. Pero a ella le sucede la noche. Ese libro abierto, abismo en el cabe incluso algún sentimiento que asemeja la felicidad; huele a rosas, a banqueta húmeda, a pasos rítmicos.

jueves, julio 08, 2010

Pupa

cuando despertó seguía repitiendo que la amaba, sostenido aún de su mano inalcanzable, y el camino era apenas una bruma que evocaba el sendero de las faldas de un volcán, el velamen de un barco; en la inmovilidad las imágenes flotaban unas sobre otras encimadas pero sin mezclarse y sólo al dar un paso se enturbiaban y entonces aparecía e rostro de ella, una sonrisa, unos labios, su cuerpo desnudo y de nuevo poco a poco una cabaña, un lago; y cuando las evocaciones empezaron a materializarse se fue quedando dormido, y soñó con turbiedades

sábado, enero 09, 2010

Corazón de jaguar

Bañada imperceptiblemente por la luz de una luna tímida. Así es como mejor la recuerdo. La noche es su mejor momento, toda la luz del mundo emana de su rostro; toda incertidumbre, toda duda y toda certeza, se doblegan ante su sonrisa.

sábado, enero 02, 2010

Crisálidas

Lo malo de la memoria, es que por más que lo intentes, no puedes repetir lo que has pensado antes. Las sensaciones, los sentimientos, las ideas (su escencia) permancen apenas ligeramente cambiadas. No puedes recuperar, por ejemplo, un texto que por equis circunstancias, se te borró mientras lo tecleabas. cosa que me sucedió justo cuando escribía este texto. No sé si es mejor o peor que esto que ahora lees; pero me costo mucho hacerlo. Y me llevó un largo rato.

En el texto, un hombre intentaba explicar (justificar), la presencia de una mujer cambiante, que permance en lo escencial. Y su amor por ella, "una vida sin amor se puede vivir, pero es miserable", escribí. Más adelante agregaba: "las mujeres que ella ha sido en cada instate, fueron amadas por lo hombre que fue él durante los mismos". Ahora me cuesta imaginar esa multitud de hombres que anhelan la compañía de aquel grupo de mujeres. Difícil creer que pudieran caber ellos y ellas en esta habitación, en dos cuerpos, en este cuadro de texto.

domingo, febrero 08, 2009

Un grafógrafo más

La luz del monitor apenas me salva de la total penumbra. Escribo casi sin mirar la pantalla, sin plan. Palabras brotan como si los ojos las tomaran de la cortina que apenas acepta un poco de luz; sus pliegues encierran horas minutos segundos. Me observan, mudos, palabras posadas a lo ancho de la oscuridad posada sobre la mesa, separando cada hoja de cada de cada libro dejado sobre ella. Detrás de esta vista hay un paisaje diurno con sombras móviles, pero mi disposición, mi talento, no pueden descifrar. Resisto a cerrar los ojos por temor a perder la imprecisa historia sin ojos que me senté a escribir.

Dormir no servirá (aunque lo intente no podré hacerlo ahora). Ciertos indicios: el vuelo de una mosca invisible, el rumor nocturno, el golpeteo de la humedad en la ventana; me hacen suponer que este insomnio es el mismo sueño en el que me veo que escribo, mis manos pesean ante el teclado como si fuera una mujer dormida que apenas se atreven a tocar. La luz del monitor es una luna solitaria en medio de la habitación vacía.

lunes, enero 12, 2009

Ojos

Caminas muy cerca, de reojo nos miramos. Tengo la sensación de de haberte tocado ya. Mi mano te guió por la primer espesura de la noche, ya se arrastró por tus nalgas. Nuestros cuerpos se fundieron hace tiempo, se penetraron. Me has golpeado, te insulté. Mi boca consumió completo el zumo de fresa contenido en tu piel. Vomitamos el uno sobre el otro, y nos hicimos llorar con una crueldad que nunca imaginamos. Pocas sonrisas, pero todas entrañables. Bebimos hasta el hartazgo el silencio que emanó de las miradas: fúrico, triste, impaciente.


Te dejo ir, ya tomé lo que fue para mi. Los ojos ya me dan la espalda, tu cuerpo se contonea como un gesto de despedida. Todo el día transcurrirá impregnado de rocío.

viernes, enero 02, 2009

Palomas

las manos buscan un asidero. el frio grita a mis espaldas y cambio de mesa. las manos prueban la bufanda, el sombrero gris o café. desde mi mesa y a la distancia de los días no puedo distinguir el color o si era gorra o boina, tal vez. se posan sobre las piernas un instante y luego desacomondan los lentes para volver a tocar los muslos y subir a acomodar los lentes. por ratos algún golpe involuntario de debajo de la mesa amenza con tirar la cerveza que con una agilidad de jugador de pelota purépecha atrapo. las manos entran en sintonía con la voz, señalan al público y finalmente piden una guitarra que toca y que toca la misma canción. ya mentalmente hago cálculos sobe la cuenta, ignoro en realidad si fueron seis o siete chelas, si fueron dos horas de concierto, si hay alguna rola que le faltó por cantar. las manos se acomodan bien a las cuerdas, a la madera, y se acoplan al buki y origel, bajo y guitarra, aplausos y carcajadas. inevitablemente pienso en ella, y su paseos por la nieve, voy al baño. y la voz amenaza: las manos no podrán preparar una raya jamás, destapar una botella, enceder un cigarro; por ahora.

domingo, noviembre 16, 2008

Contigo

con la punta de la lengua seca de palabras. con las manos ligeramente temblorosas. con el sueño como amenaza inminente. libros y libros en la mesa lubricados con palabras negras esperándome, deseándome la vista sobre sus hojas desnudas y abiertas. con la boca reseca. con la luz prendida y la tinta, la hoja, en stand by. con la sudadera arremangada regresando a cubrir las muñecas. con charlas y rostros que se van olvidando de a poco. con un boleto del metro con un beso y unas letras en tinta azul, junto a varios billetes de cincuenta y una credencial. con incertidumbre, miedo nostalgia, expectativas, cielo negro-azul, cartera negra, letras de piel, cuento de piel pensándome. en erotismo desbordado para el provecho de nadie. contigo. continente de absurdos y contradicciones, americano. con café en la estufa calcetines en los pies y chanclas en los calcetines. cocinando ideas que se queman. concentrado en el caos que me crece en las uñas, en las sábanas que le faltan a mi cama. el calor de tu cuerpo como radiación solar a la distancia. pensando tu andar y cansancio. con la imaginación erecta. pensar decir y repetir tus palabras que ahora mismo me dices al oído. dormir.

domingo, septiembre 07, 2008

La casa

Las alas muertas de una mariposa, el pequeño espejo que se hizo pedazos durante la noche, el cadáver café de una cucaracha enorme, sobecitos vacíos de shampoo, mínimos trozos de sobrecitos vacíos de shampoo, dos frágiles fragmentos endurecidos de papel de baño, trescientos cuarenta y dos cabellos, el polvo de la alfombra, el polvo de los libros; me hablan a gritos, recriminan ausencia. Pero yo fumo, yo bebo sordomudo, tecleo estas palabras. Ahogo estas cosas con un mar de olor de lima. Enterradas son bajo estas palabras.

sábado, julio 12, 2008

Caminar

El sonido de cada paso como onda expansiva a través de la ciudad oscura, tras de ella ladridos. Tres de la mañana y nubes cenizas alrededor, la oscilación de la luz de las lámparas en lo alto de su respectivo poste. Sólo el sonido de la noche, con tres ideas satélites alrededor de la cabeza. Con un ojo sobre el cielo lento y el otro en la banqueta húmeda; amplio compás de la mirada. El temblor de las manos en el bolsillo, marcapasos de esta noche ajena.

sábado, septiembre 02, 2006

Cuarto de siglo

Un cuarto de siglo significa poco para los miles de años en que se ha construido esta civilización. Sin embargo para mí los millones de instantes que componen mis veinticinco años, son un abismo del que no puedo salir, arenas movedizas en que me hundo. Este instante que se ha ido ya de entre las manos y corre como llevado por el agua, en que me sentado a escribir la incertidumbre, hace eco en los que le siguen.

Inicio la cuenta regresiva sin saber dónde serán los minutos finales; si tu rostro estará para contemplarme ciego, sobre cuatro ruedas. Miro a los cuatro costados de este cuarto asimétrico por donde sube la noche con sus veinticinco horas arañando las paredes. Anida en una esquina. Ni con el sueño la puedo espantar, y si apago la luz su brillo me induce a gritar, muy para adentro, y arrojar sobre ella la botella de la que habría de beber los poemas que aún no he escrito...